Si, según investigación documental recientemente publicada en el volumen 23, número 67 del 2019 de la Revista Científica de la Universidad del Mar, Oaxaca, cuya autoría corresponde a Eduardo Gómez Encarnación, Cronista de Bahía de Banderas, Nayarit, durante la administración municipal de Rafael Cervantes Padilla, el conflicto entre cocodrilos y humanos en esta Bahía se da con la introducción de ganado alrededor del año 1550
La importancia de esta investigación radica en que este tema de cocodrilos en Bahía de Banderas, Nayarit, solo se había abordado desde la perspectiva biológico/evolutivo y en este trabajo documental recientemente publicado en el volumen 23, número 67 del 2019 de la Revista Científica de la Universidad del Mar, Oaxaca, cuya autoría corresponde a Eduardo Gómez Encarnación, Cronista de Bahía de Banderas, Nayarit, durante la administración municipal de Rafael Cervantes Padilla, se aborda desde el punto de vista histórico.
Caimanes: Los expulsados del Paraíso, es el título de este trabajo de investigación de Eduardo Gómez Encarnación, aporte anual que realiza como socio de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística, A.C, Capítulo Puerto Vallarta y que en esta ocasión correspondió a dicha investigación sobre cocodrilos versus hombre.
De este trabajo de investigación se desprenden datos históricos que nos ayudan a comprender la situación actual de la convivencia de humanos con cocodrilos y caimanes de esta región “Los desencuentros entre seres humanos y lagartos se iniciaron en América con el desarrollo de la ganadería. Las reses fueron traídas por Colón a las Antillas en 1492. Después de la conquista, Gregorio de Villalobos, gobernador de Cuba, ordenó se acarrearán a la Nueva España en 1522. En la Provincia de Pánuco, las primeras cien reses fueron introducidas por Nuño de Guzmán en 1527 a cambio de esclavos, a razón de 15 almas por bestia. En 1533 Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Segunda Audiencia, dispuso se trajeran vacas, caballos, burros, cerdos y otros animales a la Nueva Galicia. A la región de la Bahía de Banderas, el ganado llegó hacia 1550.”
“La ganadería nació y se desarrolló junto con la actividad minera, dada la importancia de la carne para alimentar a los trabajadores y a otros productos como el cuero y el cebo. Desde mediado Siglo XVI y todo el Siglo XVII, la crianza de reses, caballos y mulas en la Bahía de Banderas creció a la par del descubrimiento de minas en Compostela, el cañón del Río Ameca y la zona serrana de Ostotipac, hoy San Sebastián del Oeste. Aquí florecieron las haciendas ganaderas de Las Monjas, San Nicolás Ixtapa y Xalisquillo. Algunas licencias para sacar ganado que se extienden a más de mil “novillos, toros y torunos”, dan cuenta de la abundancia de reses y remuda en nuestra región. El conflicto entre ganaderos y caimanes en la Bahía de Banderas no pasó desapercibido para Lázaro de Arregui, quien lo cita en su “Descripción de la Nueva Galicia” de 1621 de la manera siguiente: “Hay muchos géneros de pescados y peces espadas y ballenas, y en las bocas de los ríos muchos caimanes y lagartos que hacen harto daño en las crías de los gana-dos llegando a beber o pasar los ríos o esteros, y estando cebados han comido algunas personas; son animales muy fieros […]. Hay en este valle (el Valle de Banderas en la Bahía de Banderas) desde marzo hasta noviembre gran calor, muchos mosquitos y siempre muchos alacranes, aunque no muy ponzoñosos. Hay muchas iguanas que son a manera de lagartos de España, mayores y más pesadas, y en todo el río muchos caimanes, como en todos los ríos de la costa”. Los ríos a los que se refiere Arregui recibían en ese entonces los nombres de San Gerónimo, hoy Río Mascota y Camotlán, hoy Río Ameca. En estos ríos y cuerpos de agua plagados de caimanes, durante más de tres siglos saciaron su sed millares de reses, caballos y mulas de los Ávalos y Bracamonte, de la Peña, Patrón, Ovando, Ramos, Gradilla, Aréchiga, Arciniega y otros apellidos de prominentes ganaderos compostelanos. La lucha por mantener completo el hato de reses ante el ataque de caimanes y otras fieras no debió ser fácil. Los rústicos arcabuces de perdigón resultaban inútiles; el balín de plomo rebotaba o quedaba estampado en la coraza dura de los lagartos sin lograr infringirles un rasguño. De ahí nació la creencia de que a los caimanes “no les hacen las balas” y, para matarlos, habría que pegarles exactamente en medio de los ojos. Cuando se trató de eliminar caimanes, se tuvo que recurrir a la billarda. La billarda consistió en una estaca de madera maciza, afilada en sus puntas y cebada con carne. La estaca era firmemente atada en su centro a una soga de varios metros, colocándose a la entrada de la madriguera. Una vez atrapado el caimán, era jalado utilizando la soga hasta donde quedara sumergido y pudiera ahogarse…”
En la presentación expositora de este trabajo el pasado 14 de marzo 2019, el autor, Eduardo Gómez, según constata en el resumen de la publicación de esta investigación en esta revista científica de la Universidad del Mar de Oaxaca, que este texto reproduce las palabras pronunciadas por el autor, durante la presentación de su trabajo anual como socio correspondiente de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística, A. C., Capítulo Puerto Vallarta del estado de Jalisco. Se exponen los resultados de una búsqueda documental de hechos históricos sobre la presencia del cocodrilo americano (Crocodylus acutus) en la Bahía de Banderas, región de la costa del Pacífico de México compartida por los estados de Jalisco y Nayarit.
Muestra también esta investigación documental que antes de la conquista española, los cocodrilos vivían en “convivencia sana” con los pueblos originarios de la región y que, posteriormente, a pesar de su caza para mantenerlos alejados del ganado, testimonios del Siglo XIX manifiestan que los cocodrilos eran tan abundantes que los ríos estaban llenos de ellos y hasta paseaban por la playa. Así, la abundancia y cacería llevó a la comercialización de su piel. Hasta el Siglo XX se establecen las primeras leyes para su comercialización y conservación. Finalmente, se mencionan acciones que impactaron al hábitat y otras que favorecieron la presencia del cocodrilo en Bahía de Banderas hasta el día de hoy.
Este trabajo de investigación que consta de 9 páginas se puede consultar en la publicación del volumen 23, número 67 del 2019 de la Revista Científica de la Universidad del Mar, Oaxaca, cuya autoría corresponde a Eduardo Gómez Encarnación, Cronista del municipio de Bahía de Banderas, Nayarit, durante la administración de Rafael Cervantes Padilla 2011/2014. La liga para su consulta es www.umar.mx/revistas.html
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Como colofón de su trabajo de investigación denominado Caimanes: Los Expulsados del Paraíso, Eduardo Gómez Encarnación, suscribe lo siguiente sobre el derecho a la vida de estos ejemplares endémicos de Bahía de Banderas, Nayarit y Jalisco:
El derecho a la vida
Hace mil años, los caimanes estuvieron entronados en el lugar de los dioses; hace quinientos años, los caimanes se cayeron de la gracia de los hombres y fueron expulsados del Paraíso. En los últimos veinte años, ya cuando los creíamos extintos, los caimanes se han hecho presentes de nuevo, siguen aquí. Pero los caimanes no reclaman hoy sus derechos divinos, sus derechos de constructores del mundo primigenio emergido de las aguas. Hoy, los caimanes, como toda criatura viviente, solo reclaman su derecho a existir.