El plan provocó la oposición inmediata de sus vecinos Corea del Sur, China y Taiwán.
Corea del Sur protestó enérgicamente contra la decisión, convocando a Koichi Aiboshi, embajador de Tokio en Seúl, y llamando a una reunión de emergencia interinstitucional para elaborar su respuesta.
El presidente Moon Jae-in dijo que los funcionarios deberían buscar formas de remitir la medida de Japón al Tribunal Internacional del Derecho del Mar, incluida la presentación de un requerimiento, dijo su portavoz Kang Min-seok en una sesión informativa.
“No puedo dejar de decir que hay muchas preocupaciones aquí sobre la decisión, como país que es geológicamente el más cercano y comparte el mar con Japón”, dijo Moon, pidiendo a Aiboshi que transmita tales preocupaciones a Tokio, según Kang.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur emitió un comunicado diciendo que había planteado preocupaciones similares a Washington, después de que el Departamento de Estado dijera que la decisión de Japón era “transparente” y estaba en línea con los estándares de seguridad globales.
El ministerio también dijo que compartió “un fuerte pesar y serias preocupaciones” sobre la liberación prevista del agua en una videoconferencia el miércoles con funcionarios chinos sobre cuestiones marítimas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China advirtió este miércoles que la decisión de Japón sentará un precedente para la eliminación de aguas residuales.
“El océano no es el basurero de Japón, el Océano Pacífico no son las alcantarillas de Japón”, dijo Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, en una conferencia de prensa en Pekín. “Japón no debería permitir que todo el mundo pague por la forma en que administra sus aguas residuales nucleares”.