Los roqueros, como los políticos, creamos ilusiones, pero ellos defraudan

*Soy inclasificable y me gusta romper moldes, lanza como máxima uno de los artistas del rock español que más se ha reinventado….

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Soy inclasificable y me gusta romper moldes, lanza como máxima uno de los artistas del rock español que más se ha reinventado. A punto de cumplir 40 años de carrera, con más de 3 millones de discos vendidos de sus 27 álbumes y la misma actitud del rebelde que camina por el filo de la navaja, pero siempre en equilibrio y con confianza, José María Sanz Beltrán, Loquillo (Barcelona 21 de diciembre de 1960), regresa a México para cimbrar el Lunario.

A los 56 años, su popularidad repunta con un impulso inusitado. Sin embargo, el que viste siempre de negro por los pobres y los vencidos, a la Johnny Cash, está seguro de una cosa después de casi cuatro décadas de música: si te mantienes en el éxito, te pudres.

Es por eso que a pesar de haber alcanzado su sueño de 1978 de ser rock star, ahora más que nunca vive el principio de oro de no olvidar ni traicionar lo que lleva muy dentro: su Rock’n’roll actitud, como se titula su más reciente producción discográfica, que presentará el próximo 17 de noviembre en el foro adyacente al Auditorio Nacional.

Con cierto hastío hacia los temas políticos, el barcelonés evidencia su espíritu contestatario y opina en entrevista exclusiva con La Jornada: Quizá nosotros los roqueros tenemos mucho que ver con los políticos en una cosa, en que los dos creamos ilusiones para los demás. La diferencia es que nosotros de vez en cuando hacemos una canción que puede cambiarte la vida. Los políticos siempre defraudan.

Cuando murió Francisco Franco cumplió 15 años. El movimiento contracultural de la movida madrileña rompió con la censura. Comenta: Fuimos la primera generación de españoles que pudo hacer música en libertad.

En mi país hay temas que no se pueden tocar, señala

Loquillo no pierde oportunidad de acometer contra el impuesto de 21 por ciento que amenaza con sepultar la cultura en España, ni contra la falta de la libertad de expresión. En mi país natal hay temas que no se pueden tocar. Yo mismo sufrí censura en 1993 con un video que hicimos junto con Amnistía Internacional, dice al referirse a la canción Los ojos vendados, que habla de la tortura.

Afortunadamente siempre he estado al límite de muchas cosas, cuenta el hombre que suele intimidar con su silueta erguida de casi dos metros de altura y una voz que no titubea. Sin embargo, es de los pocos que ha logrado combinar su talante disidente con un ánimo reflexivo, centrado en la familia.

Uno de los principios que le enseñó su padre –quien estuvo en varios campos de concentración– y que aún rigen su vida es hacer las cosas por amor.

A todo lo que hagas tienes que dar todo lo que tengas. Creo que el amor, y no me considero un panfletario, es la fuerza más grande de la naturaleza. Soy de los que piensan que con amor lo puedes todo. A cada cosa que hagas, a cada proyecto tienes que ponerle todo tu amor y toda tu alma, cuenta mientras agita con vigor la mano izquierda, en la cual porta un anillo centenario que compró hace años en Tánger y ahora le da suerte.

El impacto más salvaje que lo orientó hacia el rock fue cuando de niño vio a Elvis Presley en vivo en una televisión en blanco y negro. Como poco antes su padre lo llevó a ver 2001, Odisea del espacio, de Stanley Kubrick, lo primero que pensó fue que El Rey era un marciano, y, como él era un tipo extraño en el colegio al que llamaban marciano, se identificó de inmediato con el ícono estadunidense del rock y con esa música.

El chico de la calle que vive su canción ama la música, pero también el verso, ha grabado discos dedicados a la poesía y realizado proyectos en los que nadie cree, que lo han llevado a hipotecar su casa más de una vez. Se ha parado en escenarios a declamar, mientras el público le exige rock.

Cuando hice todo mi trabajo con la poesía contemporánea recibí más críticas que Bob Dylan, expresa y, entre risas, recuerda cuando Octavio Paz preguntó en alguna ocasión “Loquillo… ¿y ése quién es?”, porque el mexicano no entendía cómo un cantante de rock podía poner voz a un poema suyo.

Después de tres años de energía muy exitosa que lo ha llevado de gira sin parar por España y lo traerá a Latinoamérica, ahora el artista necesita refugiarse, parar y volver a empezar de cero, pues es la única manera de tomar de nuevo las cosas con ilusión y con ganas.

El fan de Elvis, Montand, Sinatra y Gardel no teme envejecer como otros de su generación. Se imagina como una persona mayor, con muchos nietos, que de vez en cuando se suba al escenario, disfrute de la música que creó y de lo feliz que hizo a la gente. El reto quizá será lograr salir de la escena de la mejor manera, como lo hizo su máximo ejemplo, David Bowie, a quien espera al menos rozar.

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