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Revista científica retira estudio que minimizaba riesgos del glifosato

La publicación Regulatory Toxicology and Pharmacology eliminó de su archivo un artículo difundido desde el año 2000 que negaba efectos nocivos del glifosato, al detectar fallas que comprometían la integridad académica de la investigación.

jornada.com.mx

El retiro del “estudio de investigación” que desde 2000 negaba los riesgos del glifosato para la salud ha cimbrado a la poderosa agroindustria global.

El 28 de noviembre, la revista científica Regulatory Toxicology and Pharmacology anunció la eliminación de ese artículo de sus archivos, debido a “varios problemas críticos que se considera socavan la integridad académica” del texto y de sus conclusiones.

El documento fue publicado en abril de 2000 y concluía que el herbicida “era seguro”. Fue uno de los textos más influyentes utilizados por la gigante Monsanto –creadora del herbicida y adquirida en 2018 por la trasnacional alemana Bayer– para defender el producto frente al debate sobre los daños que puede causar a la salud y a la biodiversidad. Fue uno de los pilares para que muchas naciones basaran su política pública en torno a los plaguicidas.

Expertos en el tema consultados por La Jornada destacan que, tras la retractación del artículo, los gobiernos del mundo deben revaluar de inmediato el uso de este herbicida que, si bien es eficaz para el combate de malezas en los cultivos, fue clasificado en 2015 por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud como posible cancerígeno para los humanos.

Peter Clausing, miembro de la alemana Red de Acción contra los Plaguicidas, enfatiza: “debería estar prohibido desde hace mucho”.

En el mismo sentido se pronuncia Silvia Ribeiro, responsable en México de programas del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, quien afirma que, si bien el retiro del texto se dio “tarde”, resulta relevante que la revista científica lo haya hecho.

Debido a los riesgos para la salud, varios países han prohibido o restringido parcialmente el uso de herbicidas que contienen glifosato. Vietnam es la única nación que lo ha proscrito totalmente, mientras Países Bajos, Bélgica y Francia lo han restringido en el uso doméstico.

En Alemania e Italia se impide su empleo en espacios públicos. Asimismo, existen regulaciones para limitarlo en ciertas condiciones en Bermudas, San Vicente y las Granadinas y Sri Lanka.

En el continente americano, Colombia y El Salvador contaron con prohibiciones totales, que posteriormente fueron revocadas. En Argentina existen restricciones en determinadas provincias.

El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo. Fue introducido al mercado en 1974 por Monsanto bajo el nombre de Roundup. Su uso se globalizó en la década de 1990 y, a partir de 1996, se incrementó mil 500 por ciento debido a la siembra de maíz, algodón y soya genéticamente modificados.

Ha sido un pilar de las millonarias ganancias del sector. En 2023 alcanzó 6.21 mil millones de dólares, y se estima que la tasa de crecimiento anual compuesto sea superior a 4.5 por ciento entre 2024 y 2032.

El herbicida controla las plantas y malezas no deseadas. Su costo varía entre cuatro y 20 dólares por galón, de acuerdo con marca, concentración de la sustancia activa y región.

Su patente se liberó en 2002, por lo que actualmente puede ser fabricado por cualquier laboratorio; sin embargo, Bayer-Monsanto ha monopolizado su comercialización.

Frente al debate sobre los daños a la salud –con miles de casos documentados en diferentes países que han derivado en demandas millonarias– se han buscado alternativas para sustituirlo. No obstante, hasta ahora no existe una opción que ofrezca los mismos efectos con un costo económico similar.

Se ha demostrado que el estudio retractado fue firmado por autores fantasma, contratados y pagados por Monsanto. La empresa, ahora parte de Bayer, se ha caracterizado, entre otras prácticas, por este tipo de conductas.

Ribeiro destaca que la firma agroindustrial “se ha encargado de construir supuesta evidencia a partir de argumentos falsos”.

Hace varios años, derivado de los más de 100 mil juicios que enfrenta la corporación en Estados Unidos por graves daños a la salud de miles de personas, se ordenó la desclasificación de un conjunto de documentos internos conocidos como los Monsanto Papers, en los que se revelan sus tácticas para influir en la publicación de estudios científicos relacionados con la seguridad del herbicida.

A ello se suma que, en septiembre de este año, los científicos Alexander A. Kaurov y Naomi Oreskes publicaron un artículo en el que evidencian que el texto de 2000 –firmado por Gary M. Williams, Robert Kroes e Ian C. Munro– fue en realidad elaborado por Monsanto para respaldar las afirmaciones sobre la seguridad del glifosato.

Tras un minucioso análisis del citado estudio –que durante años fue una especie de biblia para los defensores del herbicida– Kaurov y Oreskes concluyen que la redacción fantasma corporativa “es una forma de fraude científico. Cuando estos artículos circulan, socavan la integridad de la investigación científica y las decisiones políticas basadas total o parcialmente en dicha indagación”.

La directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, Ana de Ita, señala que Monsanto –y ahora Bayer– “es una empresa muy tramposa que sólo ve por sus intereses de lucro”, sin importar poner en riesgo la salud de la población y el equilibrio de la biodiversidad. Apunta que el estudio retractado fue la referencia sobre la cual muchos países del mundo basaron su política de seguridad en torno a los plaguicidas.

Clausing, por su parte, afirma: “el abuso más grave y complejo es el rechazo injustificado de numerosos estudios académicos que respaldan que el glifosato es neurotóxico, genotóxico y carcinógeno. Los artículos escritos por autores fantasma, como el de Williams, forman parte de los instrumentos utilizados para descartar investigaciones que ‘perturban’ la evaluación de las autoridades”.

El mundo entero bajo amenaza

En contraparte a la defensa de Bayer-Monsanto, estudios de institutos de investigación y universidades han señalado que el glifosato es un químico altamente tóxico y nocivo no sólo para la salud humana, sino también para el ambiente, el equilibrio ecológico y el suelo.

Un análisis realizado en México por el Colegio de Posgraduados detectó residuos de glifosato en zopilotes, codornices, palomas y algunos mamíferos. Por su parte, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires investigó sus efectos en las abejas y halló alteraciones en el desarrollo de las larvas y en la flora intestinal de los ejemplares adultos.

En humanos, diversos estudios científicos han mostrado que puede causar irritaciones dérmicas y oculares, mareos, náuseas, problemas respiratorios y aumento de la presión sanguínea.

Bayer ha negado que el producto sea cancerígeno. Sin embargo, frente a las miles de demandas que enfrenta en Estados Unidos por personas que aseguran que su uso les causó cáncer u otros trastornos, la firma reservó 4 mil millones de dólares para enfrentar futuras indemnizaciones.

“En Estados Unidos se han presentado 167 mil juicios contra Monsanto, ahora Bayer, que ha pagado más de 12 mil millones de dólares en acuerdos extrajudiciales en unos 100 mil casos y aún tiene 67 mil pendientes”, detalla Ribeiro.

El 2 de diciembre –cuatro días después de la retractación del artículo favorable al glifosato– el gobierno de Donald Trump dio un espaldarazo a la trasnacional alemana al solicitar a la Corte Suprema que aceptara sus impugnaciones a los veredictos negativos sobre el herbicida.

La Casa Blanca respaldó los argumentos de la empresa para anteponer la ley federal estadunidense sobre herbicidas a las normas estatales. Con el apoyo de la administración del magnate, las acciones del grupo químico y farmacéutico alemán se dispararon 12 por ciento en la Bolsa de Fráncfort, al cerrar en 34.14 euros, lo que representó su mejor jornada en 17 años, de acuerdo con reportes económicos.

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